sábado, 24 de abril de 2010

Fantasías animadas

El director japonés Hayao Miyazaki sostiene que su cine carece de influencia en la sociedad; su último filme acaba de editarse en dvd.

Por: Gabriel Lerman


“En el mundo del animé se hace mucha basura”, dice Miyazaki.

Sus películas despiertan fiebre entre sus admiradores en Japón, que acuden entusiastas a ver que es lo que les ha preparado el viejo maestro, de una manera similar a lo que ocurría en Estados Unidos en la década del 50 con el mismísimo Walt Disney. Y aunque ya ha acumulado suficiente dinero y respeto –además de un óscar por El viaje de Chihiro–, como para jubilarse cómodamente, este señor de 68, dueño de un humor seco y filoso, nos sigue sorprendiendo con películas que asombran a todas las audiencias. Ponyo y el secreto de la sirenita, su más reciente filme, acaba de ser editado en dvd, oportunidad más que propicia para reencontrarse con el endiablado mundo de fantasía que siempre propone el director japonés.

-Siempre repite que quiere retirarse y que ésta será su última película. ¿Qué es lo que dice ahora, después de "Ponyo..."?

-Aunque diga que esta es mi última película sé que nadie me va a creer. Así que me ahorro el trámite de decirlo.

-¿Por qué la insistencia en animar con lápiz cuando ya todo el mundo usa ordenador?

-Por dos razones muy simples: la primera es que a mí me gusta mucho animar con lápices. La segunda es que no sé cómo usar un ordenador. Eso no quita que se puedan hacer cosas maravillosas con otro tipo de sistemas. Lo que hace Pixar es maravilloso y para stop motion ya tenemos a Nick Park en Inglaterra. No hay necesidad de salir a competir con ellos.

-¿Cómo se le ocurrió la idea para "Ponyo..."?

-A mí me gusta arrojar una red al océano de mi imaginación y ver qué es lo que saco. Y un día, apareció en mi red un pececito que me llamó la atención y que se llamaba Ponyo. Creo que esa es la mejor descripción de cómo se me ocurren las ideas. Y luego, para hacer que esa idea se convierta en realidad, me pongo a pensar mucho y a dibujar storyboards. Mas tarde, convoco a los tres animadores que trabajan siempre conmigo y aun antes de que el argumento esté completo, comenzamos a animar pequeñas partes de la película.

-¿Cuál diría que es el mensaje de esta película?

-Que es maravilloso estar vivo. No sólo la gente está viva, sino el planeta y el océano.

-Sin embargo, todas sus películas han tenido un mensaje ecologista.

-Es que yo creo que todos tenemos que hacer un esfuerzo por tratar de defender el medio ambiente, aunque a esta altura ya no creo que haya mucho por hacer. Todos sabemos que el planeta está en problemas y no hace falta que otra película transmita ese mensaje. Pero cuando yo dibujo el mar, no me queda otro remedio que dibujarlo lleno de basura y, lamentablemente, tengo que ponerle más realismo a la basura que la que necesita el mar.

-¿Cómo ha hecho para poder seguir mirando al mundo con ojos de niño?

-Cuando criaba a mis hijos estaba tan ocupado con mi trabajo que no vi cada detalle de su niñez. Todavía al día de hoy me siento mal por no haber sido un mejor padre. Al menos ahora en Ghibli (su estudio) tenemos una escuela preescolar para los hijos de los empleados. Poder observar a esos niños es una enorme fuente de inspiración para mí. Sobre todo porque me doy cuenta de que para ellos cada segundo que pasa tiene algo de interesante. Todo el tiempo están aprendiendo cosas nuevas y nunca se quedan quietos. Supongo que ahora me doy cuenta de todas esas cosas porque me he puesto viejo. Además, cuando los observo, me acuerdo de cosas de mi propia niñez, y por eso es que puedo entenderlos ahora como no los podía entender antes.

-¿Qué es lo que significa para usted toda la fama y el dinero que sus películas le han reportado?

-Cada vez que termino un filme y la gente lo ve, yo me vuelvo pobre. Por lo tanto, como hace relativamente poco que se ha estrenado Ponyo..., estoy atravesando por una situación de pobreza. No tengo nada en mi interior. Por eso no me va a quedar otro remedio que sacar mi red y ver qué otra idea puedo capturar para poder contar otra historia.

-¿Por qué cree que el animé está teniendo tanto éxito en todo el mundo?

-Esa puede ser una concepción errónea. No a todo el animé le va bien en Japón. En realidad la animación japonesa necesita resucitar, está en un estado bastante deplorable. En el mundo del dibujo animado de Japón se hace una buena cantidad de basura. De todos modos, al animé le va bastante mejor en Japón que a las películas con actores. El cine japonés de ficción está pasando por un muy mal momento.

-¿Siente que la invasión de películas norteamericanas de dibujos animados puede estar causándole daño al animé?

-No, porque por suerte no tienen tanta influencia sobre nosotros. Yo no creo que la animación tenga una influencia demasiado poderosa en ninguna sociedad.

-Algo que siempre ha llamado la atención de este lado del mundo es que los personajes en las películas de animé no parezcan orientales...

-Creo que a través de la televisión y el cine hemos llegado a un lugar en donde todo se parece un poco. Todos los humanos se parecen en el mundo de la animación. En Japón, dibujarles ojos achinados simplemente para que tengan un toque oriental nos resultaría muy extraño tanto a los espectadores como a los que hacemos las películas.

-¿Qué es lo que recuerda de su trabajo en "Heidi"?

-Que viajé a Suiza para empaparme del mundo que teníamos que retratar. Estuve algún tiempo allí, pero no lo suficiente para comprender en su totalidad la cultura de ese país. Cuando nos enteramos de que habían comprado la serie y que se iba a exhibir en Europa, nos queríamos meter debajo de los escritorios porque sabíamos que no habíamos logrado retratar cabalmente el mundo de los Alpes...

©La vanguardia y Clarín

Publicado en el sitio revistaenie.clarin.com